Una pequeña charla (Bianca)

Era temprano, había venido a la escuela esperando encontrar a mis padres por aquí. Tenía que hablar con ellos urgente, necesitaba respuestas, ayuda y no tenía forma de dar con ellos.
Mandé un mensaje al móvil de mi madre diciendo que la esperaría en la cafetería.
A grandes y apurados pasos me encamine al lugar del encuentro, gire en redondo viendo si la encontraba, pero nada, ella no estaba...


Me acerqué a la barra y pedí un té, los humanos solían beber algo así cuando estaban nerviosos. Ahora yo más que nunca necesitaba algo que me calmara, que relajara mis músculos y me dijera que todo iba bien, aunque por dentro sabía que estaba cayendo en un profundo pozo sin salida.

Cogí el acartonado vaso descartable y poniéndole un poco de azúcar bebí un sorbo mientras me acomodaba en una de las sillas, desde una zona en que podía ver todo el panorama de la cafetería.

Mi paciencia fue recompensada de veras: no pasó mucho tiempo antes de qué viese entrar a la chica en la cafetería.
Había crecido mucho, sin duda estaría lista para convertirse en uno de los nuestros. Tenía qué convertirse cuanto antes, pues ya tenía veintiún años. El tiempo se le acababa y la muerte era impaciente.
Hice un rápido repaso mental a todo lo qué tenía qué decirle. Hablaría con ella y sería amable, era esencial qué cayese por las buenas.
De todos modos...si no caía poco importaba, porque se convertiría en uno de los nuestros lo quisiese ella o no. Para eso nos habíamos encargado de qué pudiese nacer.
Y no íbamos a permitir qué una pareja de vampiros nos torearan porue sí. Es más, era probable qué después de lo de Bianca nos "encargásemos" de sus padres. Acabar con un vampiro es fácil si sabes cómo hacerlo.
Así qué me levanté y me acerqué a la chica con la más cordial de mis sonrisas, aquella qué siempre lograba allanar el camino.
Hice cómo qué pasaba por allí. Fingí qué se me resbalaba el café de las manos. Lo recogí en un movimiento de reflejos alucinante y suspiré:
-¡Uf, qué torpe! Menudos reflejos tengo esta mañana...-mascullé meneando la cabeza. Luego me eché a reír, burlándome de mi propia torpeza.
-¡Uf, menos mal qué no se me ha caído!...-luego entrecerré los ojos, como si me hubiese dado cuenta de repende de qué la chica estaba allí.
Y de paso cómo si estuviese tratando de recordar quién era. Joder, qué buen actor era. Tendrían qué darme un Óscar.
-¿Tú no eres...Bianca Oliver? ¿O me equivoco? Espero no equivocarme porque creo qué tengo qué hablar contigo de algo muy importante.

Jugaba abriendo y cerrando la tapa del vaso descartable y mirando hacia todos lados por si llegara mi madre, pero eso no sucedía.
Rayos, cuáles eran las palabras adecuadas para explicarle que acababa de morder a mi novio humano? y que este estaba inconsciente en la cama de nuestra casa?

Respiré hondo, aun sabiendo que era algo innecesario para mi, pero mi parte humana me impulsaba a hacer esas cosas a veces. Me estaba por levantar justo cuando un chico que iba pasando a mi lado estuvo a punto de desperdigar su bebida, pero de con una rapidez inhumana la cogió y se me quedó mirando mientras sentía que intentaba captar mi atención.


-¿Tú no eres...Bianca Oliver? ¿O me equivoco? Espero no equivocarme porque creo qué tengo qué hablar contigo de algo muy importante.

Me tensé completamente cuando las palabras brotaron de los labios del muchacho.
y mil preguntas vinieron a mi como golpeando mi mente, mi ser, mi persona.
Lei su menté y en un acto reflejo le levante de la silla con una rapidez que hizo que esta cayera al suelo atrayendo las miradas de los comensales.

Tenia que salir de ahi . AHORA. sin pensarlo le di la espalda he intentando no llamar más la atención me dirigi a a salida esperando que el hombre no me siguiera.

Bianca no me contestó. Se dio la vuelta y se dispuso a irse, por lo qué deduje qué de alguna forma habría adivinado mis intenciones. La chica tendría qué tendría qué tener un don, casi todos los vampiros, por lo menos casi todos los qué conocía, tenían alguno, ya fuesen dones impresionantes o mediocres. Lo cual dificultaba también las cosas, y me daba la sensación de qué las cosas no podrían ser por las buenas.
¡Pero tampoco podía armar jaleo allí en la sala persiguiendo a la chica! Todos se darían cuenta y darían la voz de alarma.
Así qué tendría qué hacer un poco de teatro. O controlar mis intenciones, o mi mente, o lo qué fuese.
Así qué no perdí ni un segundo en salir en pos de la chica. Era más rápido qué ella, ya qué era más alto y más fuerte físicamente, así qué me adelanté dando pasos agigantados y me planté en la puerta de la cafetería, apoyando una mano en el marco y mirándola ceñudo. Como si me hubiese ofendido, vaya, y cómo si no estuviese huyendo de mí.
Dios, me merecía un Goya
-¿Se puede saber adónde vas, pequeña Oliver?¿Qué te he hecho yo? ¡Pero si solamente quiero hablar contigo!
Estuve a punto de preguntarle si alguien le había hecho una pregunta en especial, o si le había hablado de mí. Era prácticamente nuevo en aquel lugar...Yo creía qué por lo menos allí nadie sabía quién era.
Ni lo qué era.
En aquel momento me imaginé qué es lo qué pasaría si estuviese allí mi hermano Aro. Habría sido bastante divertido, la verdad. Mi hermano era a veces más capullo qué yo.
Sobre todo con las chicas jóvenes de la edad de ella.

-¿Qué quieres?- pregunte en un casi insonoro susurro cuando lo vi bloquearme el paso.
Mi nerviosismo era evidente, ahora, no solo tenia que luchar con la batalla interna de lo que le había echo a Lucas, sino tambien con el hecho de mantener una charla con un Elegido.
-Creo que este no es el momento ni el lugar para hablar- objeté mirándolo a los ojos eh intentando pasar bajo su brazo.
Necesitaba salir de ahí a toda costa, pero por otra parte, una muy recóndita quería oír sus palabras.
Su mente me decía una verdad absoluta... Mi cumpleaños numero 21 estaba acercándose y si no me decidía a ser vampira, acabaría siendo como él. Una Elegida. Un alma destinada hasta sus 25 años, a servir a los vampiros, yo era mitad de ambos, lo que me no me dejaba ser normal.

Ahora más que núnca necesitaba ver a mi madre.
Odiaba no saber que hacer, no saber como reaccionar ante una persona diferente... una persona que me podria discriminar al enterarse que ya había mordido a alguien...

Decidida baje mis brazos metaforicamente, en son de paz.
-Muy bien... hablemos...- dije esperando el sermón del año.

Parece que al fin la chica había accedido a hablar conmigo...aunque de todos modos no tenía más remedio...la salida estaba completamente bloqueada y además la chica, por muy hija de vampiros que fuese, no era ni por asomo tan fuerte como ellos... todavía tenía la fuerza de una chica normal y corriente y yo era fuerte...y bastante corpulento. Bianca no tendría más remedio que escucharme.
-Si quieres podemos hablar en otro lugar más privado, aunque estoy seguro de que de todos modos nadie nos oirá...esto está ya lleno de chiquillos.-y era cierto. En el tiempo que había pasado la cafetería se había llenado de gente y de ruido, por lo que nadie nos prestaría atención...a no ser claro, que entrase en aquel momento alguno de los amigos de las chicas o...¿por qué no? Algún novio suyo.
Tenía que aprovechar la oportunidad y empezar a hablar pronto...la chica parecía estar buscando la menor oportunidad para escapar, quizás por debajo de mi brazo, tal como me fijé al ver que dirigía su mirada a uno de mis brazos. Más concretamente el brazo que estaba sujetando el borde la puerta de la cafetería. No pude evitar echarme a reír brevemente antes de decir:
-Estoy seguro de que dejarás a un lado tu desconfianza cuando me escuches. No sé si de alguna forma te habrás olido lo que pretendo, por tu actitud, pero deberías saber que no queremos hacerte daño...sólo hacerte ver la verdad. Puedo contarte un montón de cosas, ¿sabes? Puedes hacerme todas las preguntas que quieras...esto es algo que debes de saber, Bianca Oliver.
Sería muy difícil ganarme su confianza, pero de todos modos eso no era lo esencial, al menos no por ahora. Tenía que conseguir que un resquicio de duda apareciese en su cabeza...de todos modos, los Elegidos queríamos que lo comprendiera.
-¿Sabes por casualidad cómo consiguieron tus padres tenerte?¿Y las consecuencias de lo que pasará si te conviertes en un vampiro?
Entonces se me ocurrió algo más importante aún. Algo que quizás le hiciese pensar un poquitirrín:
-No todos los vampiros logran vivir para siempre, al final alguien los acaba matando...¿qué piensas qué le pasaría a tu alma si eso te ocurriera a tí, después de diez años, cien o quizás semanas, cuando fueses vampiro?



OFF: ¡Siento la tardanza!